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Por qué no necesitamos un pacto educativo

Estos HOLOGRAMAS son un ensayo de PERIODISMO EXPANSIVO. Conocer lo que ocurre es fácil, comprenderlo es complejo. Cada lector debe poder elegir el nivel de comprensión en que quiere moverse. Propongo tres niveles: uno, reducido, en formato papel. Otro más amplio, en formato digital, que, a su vez, remite a una RED DE COMPRENSIÓN sistemática, necesaria por la inevitable conexión de los asuntos. Tal vez sea un proyecto megalómano, pero creo que vale la pena intentarlo. El artículo inicial de este holograma se publicó en el suplemento Crónica de EL MUNDO el día 24 de noviembre de 2019:


Por qué no necesitamos un pacto educativo.- Si el lector sabe con cuanto tesón he defendido un Pacto educativo tal vez piense que los políticos me han contagiado su desfachatez para decir Diego donde dije digo. No es así. Ocurre que los partidos -que no mencionaron la educación en las campañas electorales- han desenterrado de nuevo el hacha de guerra. Ha aparecido el tema de la escuela concertada, y seguirán la enseñanza de la religión, la educación integrada o diferenciada, la polémica entre calidad y equidad, el conflicto de derechos educativos entre familias y Estado. Pasaremos otra legislatura empantanados en polémicas ideológicas. Mientras tanto, el mundo corre. Los sistemas educativos estatales pueden verse desbordados por otros sistemas más veloces, y eficientes. Las grandes compañías informáticas – Apple, Microsoft, Facebook, Google- quieren ser los educadores globales. Pronto entrarán en liza los gigantes chinos. China ha empezado su ofensiva cultural. ¿Por qué niego la necesidad de un pacto educativo? Porque era, en realidad, un pacto escolar, y necesitamos algo más ambicioso: un “Pacto para la sociedad del aprendizaje”, que incluye, por supuesto, un Pacto escolar, pero muchas cosas más. Ojalá el próximo gobierno lo entienda. Podía remitirles al libro del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, pero prefiero explicárselo en joseantoniomarina.net/blog


HOLOGRAMA 27


En Papeles para un pacto educativo he expuesto lo que pienso sobre el tema, lo que me evita tener que repetirlo. Un Pacto escolar no es suficiente para conseguir el éxito educativo, porque en él influyen otros factores. En primer lugar, la procedencia socioeconómica de los alumnos, y el entorno cultural. Por eso, la mejora de la escuela debe ir acompañada de acciones extraescolares. Pero, además, necesitamos un Pacto más amplio porque, aunque decimos que hemos entrado en la sociedad del conocimiento, de la tecnología, y de la innovación continua, donde realmente hemos entrado es en la “Sociedad del aprendizaje”, en la que el éxito social, político y económico va a depender no solo de la capacidad de aprender de los individuos, sino también de las sociedades. La razón radica en que estamos regidos por la implacable “Ley Universal del Aprendizaje”, que dice: “Toda persona, toda institución, toda empresa, toda sociedad, necesita para sobrevivir aprender al menos a la misma velocidad a la que cambia el entorno; y si quiere progresar, deberá hacerlo a más velocidad”.  Nuestro entorno cambia a una velocidad acelerada, por lo que la consecuencia es fácil de sacar: hemos de aprender continua y velozmente. “El aprendizaje nunca ha sido tan importante como ahora”, ha escrito Joseph Stiglitz, que no es un pedagogo, sino un premio Nobel de Economía, autor de “Creating a learning society” junto a Bruce Greenwald. Algunos países se lo han tomado en serio. Por ejemplo, Canadá, cuyo Gobierno ha publicado ‘Towards a Learning Society, Learning Economy: An Action Plan for Canada’, o el Reino Unido, con ‘The learning age, a renaissance for a New Britain’. Australia también ha tomado medidas en este sentido, y China tiene un gran programa de inversiones hasta 2020. En Europa ha habido voces reclamando que se convierta en una “sociedad del aprendizaje”, por ejemplo, la propuesta de François Taddei: “Un plan pour co-construire une societé aprennante”. Y la OCDE ha recomendado ese cambio en “Knowledge Management in the Learning Society”.

La modernización política, social, económica de España depende de que sepamos convertirnos en una “sociedad del aprendizaje”. Si el futuro gobierno quiere ser verdaderamente progresista, debería tenerlo en cuenta.

El concepto de “Sociedad de aprendizaje” alude a una sociedad que desarrolla estructuras institucionales y organizacionales para promover oportunidades de aprendizaje a todos los ciudadanos. Forma parte de las tareas del “Estado promotor” que defiendo. Todos los agentes sociales deben colaborar a fomentar la “pasión por aprender”. Lo demás -la creatividad, la innovación, el progreso, el emprendimiento social y económico- vendrá después. La tesis -muy técnica del libro de Stiglitz- es que el crecimiento económico depende de factores endógenos, en especial del aprendizaje.

En todas partes se buscan métodos para animar a continuar la formación a lo largo de la vida, incluso con desgravaciones fiscales. Dave Paunesku y Sarah Gripshover (Stanford) han estudiado cómo se podría animar a los adultos a ampliar su formación profesional. Como escribe Eric Schmidt, que fue director ejecutivo de Google y ahora es presidente de Wikipedia, la estrategia de reclutamiento de Google es contratar “versatile learning animals”, grandes aprendices versátiles. Las empresas punteras sienten fascinación por los ‘knowmads’. Es una interesante palabra, que puede entenderse como contracción de ‘know’ (conocer) y ‘nomad’ (nómadas), pero que también puede significar “locos del conocimiento”. Son personas dotadas de “learnability”, el deseo de aprender y la capacidad para hacerlo con facilidad, un concepto que está sustituyendo al clásico de “empleabilidad”.

Ese Pacto para una sociedad del aprendizaje tiene que hacerse entre todos los agentes sociales, no solo entre los partidos políticos. De hecho, las empresas han captado el aire de los tiempos mucho mejor que los sistemas educativos. Saben que tienen que convertirse en “organizaciones que aprenden”. En algunas de ellas existe un importante cargo que suele depender directamente del Director General: Chief Learning Officer, el Director de aprendizaje, encargado de planificar lo que la empresa debe aprender para sobrevivir. He recomendado, sin ningún éxito, que deberíamos tener un Organismo independiente para orientar al sistema educativo, a los sistemas de innovación y a las empresas sobre lo que se debería aprender, y acerca de la manera más eficiente de hacerlo. Algo parecido a lo que el Banco de España hace respecto de la política monetaria. En 2004, se creó en Canadá el Canadian Council on Learning, con unas funciones parecidas.

La modernización política, social, económica de España depende de que sepamos convertirnos en una “sociedad del aprendizaje”. Si el futuro gobierno quiere ser verdaderamente progresista, debería tenerlo en cuenta.


POSDATA.- RED SISTÉMICA

 

 

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Únete 2 Comments

  • Paloma835 dice:

    Me convence. Difícil añadir más claridad. Para “facilitar” el reto, incorporaría una propuesta educativa local, una política lingüística del Estado.
    Como indica el profesor Ángel López: “Existe un malentendido muy pernicioso y es el de considerar que las lenguas no son una obligación del Estado español. Es sorprendente que el Estado no se haya planteado la necesidad de una política lingüística para todas las lenguas de su territorio. ¿Que qué se puede hacer? Lo principal, una reforma educativa que introduzca el conocimiento receptivo de todas las lenguas peninsulares en el conjunto de España. Secundariamente, una campaña de difusión de las mismas en todos los ámbitos de la vida social para que dicho aprendizaje se revele enseguida útil y los estudiantes no traten las lenguas como una maría más, otro capricho de los legisladores educativos. Sin embargo, aún hay un tercer paso que debería darse y que no quiero guardarme en el tintero: la formación plurilingüe activa de las elites.
    En los tiempos que corren los vínculos sociales se han vuelto dinámicos y flexibles, son vínculos que construyen una sociedad global en perpetuo movimiento basada en la reciprocidad. Este tipo de sociedad, en lo lingüístico, se caracteriza por el comunitarismo performativo, porque las lenguas ya tan apenas se dicen, sobre todo se hacen. Empieza a surgir una nueva cultura de la alianza y del pacto en el mundo: tal vez va siendo hora de que, por lo que respecta a las lenguas, intentemos prefigurarla en España”.
    http://portal.uned.es/portal/page?_pageid=93,60256760&_dad=portal&_schema=PORTAL

    • antonio dice:

      a la hora de aprender, hay que tener en cuenta las salidas en el mercado laboral.
      Gastar dinero público en idiomas locales, es muy bonito, pero hay que tener en cuenta que el mercado laboral en España esta más fuera que dentro del país, por lo tanto, a la hora de asignar recursos es más CUERDO, o de sentido común, asignarlos para aprender inglés, francés, o alemán, que no para aprender euskera, gallego, catalán o valenciano, o lo que sea.
      Los funcionarios que viven de los presupuestos generales, se pasan el día fabulando insulas baratarias con el dinero de los presupuestos generales.
      Hasta la educación tiene que pensar en aspectos pragmáticos.
      Estos hologramas cada día se asemejan más a un foro de ideas descabelladas y partidistas, empezando por el profe, que vive igualmente de los presupuestos.

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