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Pensar a la europea


HOLOGRAMA 17.


A finales del siglo pasado, la previsión pesimista de Huntington se oponía a la visión optimista de Francis Fukuyama. Mientras aquel auguraba el choque de culturas, este constataba la convergencia. Pensaba que, tras el hundimiento del régimen soviético, el sistema democrático liberal, la sociedad abierta, la libertad de mercado, eran la meta hacia la que se encaminaban todas las naciones. Ambos politólogos fueron duramente criticados. Pero creo que ambos tenían parte de razón. Esa es la conclusión a la que llegamos Javier Rambaud y yo en nuestro libro Biografía de la humanidad. La historia muestra que se sigue cumpliendo la “Ley del progreso ético de la humanidad” que he defendido en varios lugares y que dice así: “Toda sociedad, cuando se libera de cinco obstáculos -la pobreza extrema, la ignorancia, el fanatismo, el miedo al poder y el odio al vecino-  evoluciona  convergentemente hacia un modelo ético que defiende los derechos individuales, la participación en el poder político, la igualdad de los seres humanos, las seguridades jurídicas, la libertad de comercio  y las políticas de ayuda”. En esto tiene razón Fukuyama. Pero esa convergencia puede colapsar, cuando alguno de esos obstáculos se reaviva. En eso tiene razón Huntington. Ha ocurrido muchas veces en la historia. El siglo XX fue prodigo en colapsos: el genocidio de los armenios, el régimen nazi, el enfrentamiento entre hindúes y musulmanes al independizarse la India, las luchas de la ex Yugoslavia, las matanzas de Ruanda. Les recomiendo el libro de Jared Diamond: Colapso: Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. En este momento, crece como un peligro la obsesión por la identidad. Es relevante que el último libro de Fukuyama se titule precisamente Identidad. Pero también lo es que el de Steven Pinker se titule En defensa de la ilustración, es decir, de la universalidad. Citar en los Hologramas tantos libros no es un pedante ejercicio de erudición, sino el declarado intento de descubrir relaciones no evidentes, de traer a la luz “sistemas ocultos”, que no proceden de oscuras conspiraciones, sino del contenido implícito de todas nuestras experiencias y de todos nuestros conceptos. Mi propósito es desplegar lo que está concentrado, lo implícito en nuestras ideas, sentimientos, costumbres o instituciones.

Como todos los entes culturales, Europa no tiene esencia, sino historia. Es el resultado de 3000 años de historia, terrible y magnífica. Jean Monnet, uno de los creadores de la Unión europea, afirmaba que “Europa no existe. Debemos crearla”. La palabra Europa ha designado realidades diferentes e imprecisas. Sus fronteras geográficas no están bien definidas. ¿Rusia forma parte de Europa? En 1767, Catalina la Grande afirmó que Rusia era un estado europeo, pero siempre ha defendido su identidad eslava. Antes de hablarse de Europa como entidad política, se habló de Cristiandad, el conjunto de naciones que habían abrazado el cristianismo. Pero la idea de Cristiandad perdió fuerza. El Tratado de Utrecht de 1713 fue el último gran acontecimiento diplomático en que se hace referencia a la “república christiana”. A partir de entonces, dice Norman Davies en su Europe: A History. (Oxford: Oxford University Press., 1996) la conciencia de una Europa opuesta a la Cristiandad fue ganando terreno. El proceso culminó con la Ilustración.

Este hecho me parece significativo. Lo que llamamos cultura europea, nacida de la aportación filosófica y política de Grecia, del talento jurídico de Roma, y del influjo religioso de Israel, se caracteriza por la capacidad crítica, por someterlo todo a inspección racional, por su afán de conocer y experimentar. También, eso es cierto, por su afán de dominio, por su belicosidad, por la pelea continua entre estados. Creo que la historia europea puede servir como banco de pruebas de la humanidad. En ese sentido, defiendo un eurocentrismo de la humildad. Tenemos la experiencia del gato escaldado. Hemos cometido todas las brutalidades imaginables, antes que los demás. Hemos esclavizado, colonizado, masacrado en luchas religiosas, peleado sangrientamente por el poder nacional. Y, sin embargo, aunque por los pelos hemos conseguido sobrevivir. Y lo hemos hecho por haber conseguido liberarnos de los cinco obstáculos que mencioné antes. La pobreza extrema, porque Europa consiguió unos niveles de prosperidad económica superior al del resto de países. La ignorancia, porque reconoció el papel de la ciencia, de la educación, difundió la lectura, extendió la imprenta. Se convirtió durante siglos en una “sociedad del aprendizaje”. Atacó al fanatismo, porque desarrolló desde la filosofía griega una postura crítica, rebelde, que se prolongó en la diferencia entre teología y conocimiento natural en la edad media, en el descubrimiento del valor del individuo en el Renacimiento, en la crítica protestante al dogma católico, y por último en la Ilustración, que como acaba de recordar Steven Pinker no supuso sólo la entronización de la razón, sino también de la compasión.  El miedo al poder ha disminuido, porque Europa creó la democracia, las seguridades jurídicas, los derechos subjetivos y, por último, los derechos humanos. Intentamos controlar el odio al vecino, con medidas educativas, éticas y legales, con éxitos y fracasos notorios. A pesar del progreso en estos asuntos, tenemos la experiencia de que cuando alguno de esos obstáculos emerge de nuevo, surge también el horror. Basta pensar en el régimen nazi. El recuerdo de nuestras víctimas es una de las contribuciones a la marcha del progreso.

Madame de Stäel, un personaje fascinante, habló en plena revolución francesa del “penser a la europénne”. En algún lugar lo identifica con el “esprit de conversation”, con la necesidad de intercambio, una pasión también muy ilustrada. Los parlamentos son la antítesis del monólogo dictatorial. Creo que eso es lo importante. Europa es un modo de pensar. Todas las culturas se enfrentan a los mismos problemas, pero los resuelven a su manera. Mientras que la poderosa cultura china se encerró sobre sí misma, y no se interesó por lo que pasaba a su alrededor, el “estilo europeo de pensar” se interesó por otras culturas. Su actitud crítica lo llevo a construir y a deconstruir, a mitificar y desmitificar. Creó la esclavitud y los movimientos antiesclavistas, que triunfaron. Creó la idea de nación y ahora estamos intentando superarla. Elaboró la teoría de la soberanía, para acabar descubriendo sus debilidades. Acepto el cristianismo, para, a partir de él crear una cultura laica. Sometió a los habitantes del Nuevo Mundo, pero acabó discutiendo en la Controversia de Valladolid si teníamos derecho a hacerlo. Hemos defendido la universalidad de la ciencia y de los valores humanos, pero a la vez hemos valorado las culturas ajenas. La Iglesia propugnó la defensa implacable del dogma, pero acabó admitiendo en el Concilio Vaticano II que tenía que escuchar la voz de los tiempos. Roma creó el derecho romano, pero también el ius gentium, que permitía entenderse con los extranjeros.

El pensamiento crítico es un proyecto europeo. Horton, en su estudio sobre el pensamiento tradicional africano, explica que esas culturas funcionan como máquinas defensivas de las propias creencias. Prefieren la estabilidad del pensamiento a su verdad y lo consiguen prescindiendo de toda crítica. “Existe una marcada renuencia a registrar los reiterados fracasos en las predicciones y a reaccionar poniendo en tela de juicio las creencias implicadas: en lugar de eso se utilizan otras creencias vigentes para “disculpar” cada fracaso en el momento en que se produce.  Así, las principales nociones del sistema están protegidas por actitudes de evitación hacia todo suceso que las desafíe, como si de un tabú se tratara” (“African Traditional Thought and Western Sciences”, en Winston, B.R.: Rationality, Blacwell, Oxford, 1970). El modo europeo de pensar ha buscado siempre una evidencia más fuerte, a la que rendirse.

Sería un acierto “proteger el modo de pensar europeo”, deseoso de comprender la realidad, sin miedo a enfrentarse con los problemas, y capaz de reflexionar críticamente sobre sus propias decisiones.

Lo que he dicho de Europa puede decirse de Occidente. De hecho, alguno de los grandes logros que he mencionado acabaron de alcanzarse en América. Si me he referido sólo a Europa es para poder recordar ahora que dentro de la cultura occidental hay dos modelos: el americano y el europeo. Lo expliqué en el Holograma 6, y a él me remito. Jeremy Rifkin sintetiza así las diferencias. Los estadounidenses piensan que la libertad consiste en la autonomía, en no depender de nadie, en ser capaz de defenderse por sí mismos. El proyecto europeo se basa en una idea de la libertad como cooperación e integración. ” El sueño americano -escribe- ha puesto desde el principio toda la carga de la responsabilidad sobre el individuo, para que haga con su vida lo que pueda en el contexto del mercado, con escasos apoyos sociales más allá de la garantía de una educación pública gratuita. Los europeos en cambio creen que tienen la posibilidad de equilibrar el darwinismo a veces exagerado del mercado mediante el establecimiento de prestaciones sociales para los menos afortunados, para que nadie se quede atrás”. Está por ver si tenemos el suficiente talento para conseguirlo. Movimientos como los nacionalismos o las democracias iliberales hacen difícil el optimismo.

Volviendo a la noticia de actualidad. Creo que ha sido una equivocación de Ursula von der Leyen querer institucionalizar la “protección del estilo de vida europeo” entendiéndolo como una autodefensa frente a la inmigración. Pero sería un acierto “proteger el modo de pensar europeo”, deseoso de comprender la realidad, sin miedo a enfrentarse con los problemas, y capaz de reflexionar críticamente sobre sus propias decisiones.

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Únete 9 Comments

  • antonio dice:

    Toda sociedad, cuando se libera de cinco obstáculos -la pobreza extrema, la ignorancia, el fanatismo, el miedo al poder y el odio al vecino- evoluciona convergentemente hacia un modelo ético que defiende los derechos individuales, la participación en el poder político, la igualdad de los seres humanos, las seguridades jurídicas, la libertad de comercio y las políticas de ayuda”

    Lo único que observo es que las culturas cambian, sólo cuando el modelo económico hace aguas, sea por catástrofes económicas, que pueden ser de origen natural, o como las actuales, por cambios tecnológicos.
    En cuanto a la ética, no se sostiene por la bondad innata del ser humano, sino más bien porque se a descubierto que es más ventajoso ser ético, para conseguir lo que hoy llamamos sostenibilidad. En la actualidad la matemática aplicada a la teoría de juegos, según Jonh Nash, ha demostrado que es más beneficioso a la larga la colaboración, que la rivalidad entre grupo humanos. En definitiva, la ética como construcción mental, no es más que una ficción más, que sólo la aplicamos cuando con ello pensamos que va a ser mucho más ventajoso a la larga nuestro beneficio, como ha demostrado la ciencia matemática.
    Para ser europeos en España hay que quitarse los miedos y hablar de la ética, y de sus connotaciones espirituales. Si no se puede hablar de la ética y su relación con la trascendencia de hombre, nos quedamos en la ética como una construcción meramente humana, será una quijotada más sin capacidad de ser por ella misma. Será una proyección romántico de nuestra mente, muy idílica, pero sin contenido de llegar a ser una condición intrínseca de la naturaleza humana, que modifica la historia de los pueblos.
    s2s

  • Miguel Muñoz dice:

    Por favor, repase el texto. Hay parrafos repetidos al final que lo hace parcialmente ilegible.
    Gracias por escribirlo.
    Saludes.

    • jose antonio marina dice:

      Estimado amigo, he releído el texto, he hecho algunas correcciones ortográficas, pero no sé a qué se refiere al hablar de duplicidad de textos. ¿Me lo podría indicar para corregirlo?

    • antonio dice:

      Un blog no es un libro, creo que los errores tipográficos, u de otro tipo, hay que obviarlos.
      Creo que la función de un blog, es plantear cuestiones, es este caso filosóficas.
      A mi lo que me preocupa es que el profesor, no se suelte la melena pues esta más preocupado de caer en gracia que de plantear problemas que generen polémica, lo que repercute en la venta de libros.
      En fin, no hay que esperar mucho de determinados blogs.
      Ni de catedráticas de ética.
      s2s

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