Cómo mueren las democracias
Capítulo 8.- Trump contra los guardarraíles de la democracia.
Trump siguió el mismo guión que Chávez, Fujimori o Erdogán. Calificó a los medios de comunicación como el enemigo del pueblo americano, puso en tela de juicio la legitimidad de los jueces, amenazó con cortar la financiación a las ciudades importantes. Pocos meses después de ocupar el despacho oval afrontó las primeras propuestas de destituirlo. Pero se sentía apoyado por sus bases, y redobló sus apuestas. Trump utilizo las tres estrategias de los mandatarios autoritarios:
- Hostilidad pasmosa hacia los árbitros: organismos encargados de aplicar la ley, las agencias de inteligencia, los organismos de ética y la judicatura. Sancionar o purgar los organismos que actuaban con independencia. “El comportamiento del presidente Trump con respecto a los tribunales, a los organismos de inteligencia y de aplicación de la ley y a otros organismos independientes parecía extraído de un libro de tácticas para dictadores” (210)
- Marginar a actores clave del sistema político. Por ejemplo, a la prensa a la que considera “enemigo del pueblo”.
- Cambiar las reglas de juego, Por ejemplo con la creación de la Comisión Asesora Presidencial sobre Integridad Electoral, que intenta dificultar la participación de clases sociales proclives al voto demócrata.
Algunas de estas propuestas han quedado frenadas, de modo que Trump no ha derribado las barreras. No se ha cruzado la línea del autoritarismo. Pero la involución de la democracia suele ser gradual. El destino de la democracia durante el resto de la presidencia de Trump dependerá de distintos factores: (1) El comportamiento del liderazgo republicano, las instituciones democráticas dependen de manera esencial de la voluntad de los partidos gubernamentales de defenderlas…incluso de sus propios representantes. (2) La contención. La republicanos pueden trazar una línea divisoria ante las conductas que consideren peligrosas. (3) Los congresistas podrían plantear la destitución del presidente, pero eso tendría costes políticos para todos ellos.(4) La opinión pública. (5) Pero las crisis revierten en apoyo al gobierno, en especial la crisis de seguridad.
“Aunque el presidente Trump no desmantele directamente las instituciones democráticas, su vulneración de las normas sin duda alguna las corroerá, Tal como ha escrito David Brooks, Trump “ha hecho añicos las pautas de comportamiento que hasta ahora habían regido la vida pública”. Y su partido lo recompensó por ello nominándolo a la presidencia.(25) Trump infringió normas democráticas al poner en tela de juicio públicamente la legitimidad de las elecciones. También abandono las normas básicas del civismo político. Infringió las normas de la reconciliación electoral al continuar atacando a Hillary Clinton, y otra norma no escrita: un presidente no arremete contra su predecesor. La última infracción es el uso que ha hecho Trump de la mentira.
“En 1993, el senador demócrata de Nueva York Patrick Moynihan, sociólogo de formación, realizo una observación incisiva: los humanos tienen una capacidad limitada de tolerar a las personas que se comportan de forma que se desvía de los estándares comunes. Cuando las reglas no escritas se infringen una y otra vez, observaba Moynihan, las sociedades tienen tendencia a acostumbrarse y dejar de considerarlo una desviación. Lo que antes se consideraba anormal pasa a considerarse normal.
Tan solo subrayar la interesante reflexión de Linz de 1978 de que:
….., la defunción de muchas democracias puede retrotraerse a la “afinidad mayor que un partido básicamente orientado al mantenimiento de un sistema muestra con los extremistas que están a su lado del espectro político, en vez de con los partidos moderados del sistema al otro lado del espectro”. Le parecía importante aislar a los extremistas en lugar de legitimarlos.»
Es difícil añadir nada más a esta nuestra penosa situación política actual.
Tiene razón, el comentario de Linz parece escrito para la situación actual. Es lo que tienen los grandes especialistas: ven a lo lejos.
Excelente Blog!!! A seguir, sin dudas.
Gracias por el resumen. Los planteamientos que los autores exponen en este libro se complementan perfectamente con los de Fareed Zakaira en «El futuro de la libertad» (Taurus, 2003) y nos ayudan a comprender la situación. La democracia por si sola no garantiza una sociedad justa y libre, hace falta la concurrencia de una serie de virtudes cívicas enraizadas en la sociedad y en sus instituciones. El deterioro de la calidad democrática proviene de la incapacidad (real o aparente) de la democracia participativa para resolver los problemas de los ciudadanos (democracia inoperante) lo que abre espacio a la demagogia y a los populismos. Los líderes autoritarios, aupados democráticamente, pretenden deshacer los contrapesos y ocupar las instituciones para hacer prevalecer, no ya su ideología, de la que a menudo carecen, sino su cosmovisión, en la que ocupan el lugar central (democracia autoritaria) Hacer frente a esta tendencia constituye un desafío imponente.
El «republicanismo» americano fundamenta la democracia en las «virtudes cívicas», que por ello forman parte de la educación básica desde los padres fundadores.
La fuerza de los líderes autoritarios deriva de que prometen soluciones fáciles, y se muestran con una seguridad pasmosa. Los estudiosos del liderazgo, como Daniel Goleman en «El lider resonante» saben que en momentos de bonanza triunfan los líderes «democráticos», negociadores, pero que en situaciones difíciles la gente prefiere los que dan seguridad. Por eso es tan frecuente que primero se fomente el miedo y después se ofrezca uno como solución.
Jose Antonio,
Como siempre, gracias!
Para cuándo una «Universidad Cívica»? Me parece tanto o más necesaria que la UP