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Presupuesto base cero: la técnica económica que podría salvar la educación

Los defensores de este método para elaborar presupuestos económicos creen que se puede hacer algo parecido en el sistema educativo con respecto a los currículos

Foto: En los planes económicos, como en los educativos, mayor complejidad no implica más eficacia. (iStock)
En los planes económicos, como en los educativos, mayor complejidad no implica más eficacia. (iStock)

Presupuesto base cero es una interesante técnica hacendística que en 1970 introdujo Peter Pyhrr en la empresa norteamericana Texas Instruments. Ante el éxito del sistema, lo utilizaron otras empresas, como WestinghouseBoeing o AT&T, y el presidente Carter lo implantó cuando llegó al Gobierno. Generalmente, al hacer los presupuestos se toma como referencia el del año anterior, se discuten aumentos y solo si las cosas van muy mal, como en los últimos años, recortes.

El presupuesto base cero adopta una actitud crítica y radical. Permite al Ministerio de Hacienda responder a la petición de aumento de un ministerio: “Empecemos por el principio. Antes de hablar de aumentos, justifique usted la necesidad de que exista su ministerio. Y en caso de que tenga que existir, comience a fundamentar cada una de las partidas”. Como filósofo lanzado por profesión a la búsqueda del fundamento de las cosas, me fascina este procedimiento. Los defensores del presupuesto base cero pretenden con él cortar el incremento estructural de los presupuestos. Si desean mas información, lean aquí.

Debemos justificar desde el principio lo que debemos enseñar y lo que deben aprender nuestros alumnos

Esta es una sección de educación y no de economía, y si hablo de este asunto es para sacar consecuencias educativas. Lo advierto porque hay lectores apresurados que solo leen lo que quieren leer. En relación con mi artículo de la semana pasada -en que recomendaba que el sistema educativo imitara la preocupación por el aprendizaje que muestra el ejército americano-, alguno de esos lectores obnubilados leyó que yo quería convertir a los alumnos en soldados. ¡Vivir para ver! En este caso, lo que pretendo no es dar lecciones a los hacendistas, sino aplicar el procedimiento a otro ‘sistema incremental’: los currículos educativos.

Urge cambiar los currículos

En la enseñanza obligatoria tenemos unos currículos enormes e incoherentes, donde cada especialista o cada administración ha querido meter lo suyo, y que por su longitud impiden dedicar tiempo a las tareas de aprender, reflexionar, utilizar lo aprendido, aplicarlo a situaciones diferentes. Lo más escandaloso de la cuestión es que en las dos ultimas leyes educativas se han mantenido estos programas excesivos, al mismo tiempo que se decretaba, siguiendo las indicaciones de la Unión Europea, la enseñanza por ‘competencias’. Ambas cosas son incompatibles. Para que me entiendan los profanos, la organización por asignaturas es vertical, mientras que la organización por competencias es transversal. Una asignatura de literatura es un módulo vertical y cerrado, mientras que una ‘competencia lingüística y comunicativa’ es transversal a muchas asignaturas.

Espero que pronto se comience a elaborar un pacto escolar, y uno de los temas que convendría empezar a estudiar, porque es fundamental y difícil, es el de los currículos. ¿Qué es lo que debemos enseñar? El debate está abierto en muchos países. Como ejercicio de radicalismo educativo, creo que, por una vez al menos, había que implantar un ‘currículo base cero’. De eso debería encargarse el Consejo Pedagógico del Estado que recomendaba en el Libro blanco de la profesión docente. Debemos justificar desde el principio lo que vamos a enseñar y lo que deben aprender nuestros alumnos. Así, ya en el aula, sabríamos responder a la difícil pregunta que a todos los docentes nos han planteado muchas veces: ¿y esto para qué sirve? Es la misma pregunta que debemos hacer ante cualquier currículo. ¿Y esto para qué o por qué hay que aprenderlo?

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