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El laberinto sentimental

Autor(es)
José Antonio Marina
Editorial y ciudad
Anagrama, Barcelona
Fecha de publicación
1996
Páginas
288
ISBN
978-84-339-0532-1

Estudiar los sentimientos  significa entrar en  el recinto más íntimo de nosotros mismos. Los sentimientos son los órganos mediante los cuales percibimos todo lo que nos afecta. Somos inteligencias emocionales: afectos, deseos y sentimientos fundamentan nuestra conducta, nos advierten si vamos en la dirección correcta, si debemos claudicar o persistir. Lo que sentimos  puede ser un importante recurso de la inteligencia o su mayor obstáculo.

El objetivo de éste libro es elaborar una ciencia de la inteligencia afectiva- integrando conceptos de la neurología,  la psicología y la antropología-, describir los sentimientos y analizarlos, descubriendo su estructura y las leyes que les rigen. Para su elaboración se parte del estudio de la bibliografía científica  más importante y actual, recogida y comentada al final en una guía bibliográfica; de los  textos de grandes autores  moralistas, poetas o filósofos que a lo largo de la historia se han ocupado del tema; del léxico sentimental y sus campos metafóricos, que constituyen una importante fuente de información;  y fundamentalmente de las teorías sobre la inteligencia, la ética o el lenguaje desarrolladas por Marina en obras anteriores, en una visión integradora y sistemática del conocimiento.

Nuestros sentidos nos proporcionan información sobre el mundo,  pero son los afectos  los que nos permiten distinguir lo que afecta a nuestros intereses: vivir y satisfacer nuestras necesidades tanto biológicas como culturales. Nuestro dinamismo vital nos conduce a la acción  y para orientarnos en esa acción contamos con las sensaciones de dolor y placer, los deseos y  los sentimientos,  que nos permiten distinguir lo interesante de lo irrelevante, lo beneficioso de lo perjudicial, y nos proporcionan  el balance entre nuestras necesidades y expectativas y la realidad.

La sociedad occidental actual, con su continua incitación al deseo, provoca  insatisfacción y  agresividad,  y da lugar a personalidades sentimentales inmaduras, fácilmente manipulables. Necesitamos por tanto cambiar el modelo sentimental y en muchas ocasiones el modelo afectivo del sujeto, desarrollar su inteligencia emocional de manera que constituya un recurso y no un obstáculo para desarrollar sus proyectos vitales.  La felicidad personal, la dignidad y el sentido del deber son los criterios mediante los cuales debemos evaluar los sentimientos y a partir de esa evaluación potenciar los positivos y desaprender todos aquellos que dificultan la propia vida o la vida de los demás.

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